
Veo con espanto que una innúmera cantidad de nuevos (o viejos) beatos se tiran a fondo implorando al Señor que perdone a la humanidad y les libere del Conavid19, así como solicitan al mismo Señor que los riegue con su sangre sagrada, o los cubra con su manto, a toda la creación de ser necesario, incluyendo lapones, tibetanos, filipinos, guayaneses, merideños y esquimales, sin discriminación alguna. Es decir, que los proteja sin pedirles permiso porque todos, absolutamente todos los humanos somos culpables de algo muy feo y por eso Jehová, cual cibernético asesino en serie, envió el virus para exterminar a la gente, sea culpable o no: la imagen mas cercana que me llega es la de un tipo con un fusil de mira supertelescópica, montado en una azotea disparando hacia una escuela de primarios estudiantes mientras saliva al ver caer docenas de niños fusilados por sus balas. Esa, una similar u otra que puede ser la de un pescador del alto Orinoco pescando con barbasco sin pararle mientes que con cada cartucho de vertido veneno al río mueren peces gordotes, anguilas energetizadas, guitarrillas buchonas o caracoles indiferentes.
Pero estamos en el Siglo XXI y no se estila poner los carteles en las puertas de los templos con la admonición arrepiéntete o verás, ni tampoco la de un monje mendicante que predica en la Plaza Pública que viene El Bicho y que deben arrepentirse mucho, no sin antes meterle algo de mostacilla al cepillo porque, entendamos, es un hombre de dios quien les habla, pero la dueña de la fonda no come cuentos y cobra por el cocido gallego bien sazonado con tropezones de pata negra, y gorda cecina de sus establos, dos inevitables maravedíes ( el vino corre por la casa, no mas de una pinta, majo).
Pues, ya no: usted abre el facebook y aparece la imagen del santo nacional avisando que pasará casa por casa en visita sanatoria y, si usted no está contaminado, pues dele un like para que siga hasta la siguiente a prodigar sus sanaciones. Pero, si hay mucho trabajo y le tomara un tiempito aplicarse en esa vereda, en la adyacente la imagen de Jesus martirizado, cubierto el rostro de sangre que emana de sus heridas por la corona de espinas azuzantes, se pone a la orden para cubrir la plaza y de esa manera tan maravillosa no solo se le pide que cure el Covid19 sino la reuma, la artritis inflamatoria, los peligrosos virus de El Dengue, la Chicunguya, la Fiebre Porcina y los achaques por la edad. Todo en la misma visita. Aunque, momento ahi, eso no es gratis: para conseguir todo ese paquete de salud usted debe arrodillarse y confesar que la humanidad toda no son sino niños perversos que se portan mal en la mañana, al despertar; luego del almuerzo cuando interrumpen la siesta de sus mayores, y en las noches al jugar a los almohadazos sin ponerse a rezar ni cumplir la penitencia tal como les ordenó la abuela.
En concreto: la humanidad es un kinder de niños indisciplinados que se merecen la disciplina correspondiente.
Solo que la disciplina solicitada por los nuevos suplicantes conlleva la extinción de los desobedientes. Sin considerar los que solicitan el paredón para los demás que existe una variable que se llama ciencia, que hay vacunas, que hay médicos especialistas que bien pueden hacer mejor trabajo para la congenie humana y que, de cuando en cuando, la especie que somos debe enfrentar los avatares del medio ambiente.
Tampoco entienden, o se niegan a entender, que la Edad media, con toda y su desgracia punitiva de santos y vírgenes castigadores terminó hace 9 siglos y que devolverse al chamanismo, milagrerías, invocaciones o sangrientas ejecuciones sagradas, llevando a la piedra sacramental a jóvenes bien bonitas o muchachos adolescentes para domesticar la cólera de un dios implacable es, mas que nada, una horrorosa y destructiva herejía, y que los encantamientos, hechizos, invocaciones u otro mecanismo de la magia negra o blanca, ha finito mucho tiempo atrás abolidos por la ciencia médica. La de ahora y la del porvenir.
Es muy lamentable, altamente, que frente a una pandemia de este tipo se devuelva un alto conjunto social a la práctica brujeril, a los hechizos, a la chamanería herética y se irrespete una y otra vez, los contenidos éticos de las religiones, que son la esencia del "constructo" social y se recurra a la exigencia de poner a los dioses a resolver asuntos que son netamente humanos. La consecuencia, se sabe, es un rebrote antiético, una desesperanza, un descreimiento a los símbolos sagrados y un derrumbe de la iglesia, o las iglesias, como instituciones contentivas de la fe.
Sería un fracaso de la humanidad, ¿ no es así?
Ante la incertidumbre de perder el control ante algo que esta fuera de su alcance y del acontecer de una partida inminente, el humano como un simple animal se entrega a eso otro desconocido con piel de Dios. brujería, santería, hechicería, para recibir con alguna seguridad alo que tanto teme "el desenlace fatal". En esos momentos de angustia no valen academias ni doctos....somos tan frágiles....
ResponderEliminarEs interesante ver como ante una amenaza que no puede controlar, el hombre olvida todo lo racional y evolucionado que es y se entrega a creencias y supersticiones (o supercherias) para tratar de sentir esa protección que de alguna manera, siente que no tiene. Quiere con esto, sentirse como el niño que ante la presencia del padre fuerte y sabio, tiene la certeza que nada malo le pasará, pues alguien infalible lo defenderá y abatirá todo mal que lo amenace.
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