Jaculadores indecentes de un evangelio al revés
Jaculatoria es plegaria o también
invocación. Se han escrito para múltiples propósitos, sea bendecir una vida
santa, piadosa y de recogimiento, como para completar las funciones de la
iglesia católica, en su rito universal evangelizador aceptado desde su
instauración por Teodosio El Grande,
como fundamenta el Edicto de Tesalónica, en el 380 de la
Era Cristiana.
La primera y mas universal de las
oraciones es el Padre Nuestro (Mateo 6:9- 13), enseñada por el mismo Jesús a
sus apóstoles en una madrugada trágica, poco antes de ser arrestado para
cumplir con las escrituras, como señalaba la profecía de los patriarcas. Un
rezo sencillo para comunicarse con Jehová e implorar los bienes de su Majestad.
Invocar el Pacto de Moisés, nada menos, es lo que encierra la súplica sencilla.
Reclamar a El Padre Eterno que no olvide su compromiso con sus hijos terrenales,
y no les permita endurecer su corazón por la maldad. Lo dice claramente:
…no nos dejes caer en la tentación y
líbranos de todo mal, amén.
El rezo contiene seis (6) peticiones, que
ustedes pueden fácilmente recitar, pero les recordaré: 1) santificar el nombre
del Señor; 2) pedir el reino de la verdad para el creyente; 3) respetar la
voluntad del creador; 4) solicitar el alimento espiritual de cada día; 5)
perdonar las ofensas y también ser
perdonado; y la número seis que ya les
he citado.
Ahora, dígame usted, si los jaculadores
de marras que han mancillado el evangelio al adulterar el Padre Nuestro, han
entendido de qué se trata esta perfecta y profunda comunión con el Espíritu
Santo.
No, claro que no. Pero lo peor ha sido
comparar al Comandante Eterno con el mismo Jehová (¿O ustedes han creído que la
oración va dirigida a Jesús, que es el Hijo Terrenal?). El Padre Nuestro es la
única oración dictada por el Santo Pastor a la humanidad, para restituir la
comunicación con Elohim (Jehová, en su otro nombre) que se había roto desde que
Moisés bajó del Sinaí con las Tablas del Compromiso (La Ley que une a los hombres con
Dios, y fundamenta el Rito clerical para La Eucaristía), última
disposición para que los seres humanos pudieran organizar sus vidas tanto en lo
social como en lo político, así como en lo legal. Pero como la mayoría de esos “predicadores”
ignoran qué fue lo que con ello se acordó, suelen quebrantar las múltiples normas
que Dios ha dictado para educar a los hombres, sus hijos, sus criaturas que
están por encima de las otras creaturas de El, incluidos los ángeles.
Solo una imperdonable estupidez pudo
haber guiado a esa furibunda fanática para escribir un Chávez Nuestro que a lo
peor, si es que ese “señor” existe en el más allá, debe haberse empatucado de
miedo al ver que comparan su mezquina existencia con la de El Dios único de la
humanidad:
A nadie llaméis padre vuestro sobre la tierra, porque
sólo uno es vuestro Padre, el celestial. (Mateo 23:9)
Otras religiones existen, y podemos
repasarlas una a una, si quieren, pero la única que ha dictado la relación de
perdón y esperanza a los humanos ha sido el Judaismo y luego el Cristianismo,
que viene a ser lo mismo, pero con la presencia de Dios hecho humano. Todo ese
libro, considerado como el mayor registro cultural de la humanidad, no hace
sino orientar a los lectores de suyo para que engrandezcan sus vidas, la de sus
hijos, la de sus prójimos.
La existencia del Dulce Señor, el que
perdona en nombre del Padre, es un bálsamo de esperanza para los afligidos, los
pobres, los tristes, los huérfanos de toda justicia.
Entonces, ¿cómo se les ocurre contaminar
con tamaña blasfemia al único documento dictado por Jesús, antes de entregarse
a la maldad de sus verdugos, para consolar a los sufrientes?
Ah, la astuta ignorancia del fariseísmo:
…¡Ay de ustedes, pecadores (se
refiere a los fariseos) también, porque imponen a los demás cargas
insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo! (Lucas 11:
45-54)
¿No les suena vinculante con, digamos, la
biométrica, Sicad I y II, la lista de Tascón, la represión a los estudiantes,
el martirio a Franklin Brito que dejaron morir de hambre al reclamar sus
tierras expropiadas, el encarcelamiento de Simonovis, de Sairam Rivas, de
Leopoldo…? ¿A ese largo etcétera que ha sido este gobierno contra los
opositores?
Ese insepulto, que ha sido presidente en
la mala hora que lo eligió este país, consumió su brevísimo paso por la vida alimentado
por el rencor. Era un dispensador de odios y revanchas, que un día prometía
exterminar a los enemigos, jurando que su revolución “era pacífica pero armada”
y en otro maldecía a los gringos, declarando a cada instante la extinción de su
gobierno de ellos.
También, en días de exaltación solicitaba
encarecidamente “echarles gas del bueno” a los opositores de su desmesura,
negándoles ciudadanía al endilgarles el despectivo “escuálido” junto al de
apátrida, cipayo o pitiyanqui.
Diga usted si el furor amenazante de este
funcionario puede ser comparado con el sosiego de Jesús, demostrado incluso al
ser condenado a morir crucificado, y aún así, solicitar perdón para sus
verdugos.
…” no saben lo que hacen” –clamó al Padre, para que los perdonara-.
Y, si tal vez el desconocimiento de El
Evangelio sea la causa de haber creado la blasfemia, tampoco se les debe tolerar
el tamaño de la ofensa porque, quien mas, o quien menos, somos practicantes
cristianos que solemos respetar ese mínimo espacio en donde convivimos.
Somos humanos corrientes. Gente que
comulga, que visita, que respeta su iglesia. De Ritual religioso, pues. Eso de
lo cual carece el chavismo, que no se detiene ante nada en su furibundéz. Se
les entregó un país para que lo hicieran florecer y terminamos marchitados. Se
les dio un mandato para administrar la hacienda pública, y ahora padecemos una
economía en bancarrota. Cedimos un país
con violencia controlada, y ahora amanecemos en un baño de sangre mortal, día a
día, llenos de pavor, encarcelados en nuestra propia casa. Son un proyecto
político que no demuestra conciencia ciudadana. Un proyecto del cual lo mínimo
que se esperaba érase honesta decencia, que tampoco han practicado. Y aún así, fracasados de a metra, se resisten
a entregar el poder, manipulando el sistema para perpetuarse.
Una y otra vez machacan que no permitirán
a otro ente político ejercer el gobierno.
“No volverán ni por las buenas ni por las
malas” dijo Cabello en su último discurso.
O sea, a prepararse, según él, para soportar para siempre el descalabro
sin esperanza ninguna de cambio. Así fue el lenguaje del absolutismo (el estado soy yo, afirmó Luis XIV), una
añeja corriente del Siglo XV en la que el Rey ejercía todos los poderes. En
aquellas fechas era designado por Dios, afirmaban los embusteros cortesanos, y
por eso gobernaba sin trabas ni medida.
Y ahora, a horcajadas de los siglos XX y
XXI, en la tierra donde menos esperábamos el resurgimiento de una monarquía
despótica, surge “manu militari”, un régimen que se vale de todo para retener
el poder.
De todo lo humano.
Y ahora intentan con lo sagrado,
acometiendo esa innecesaria herejía de comparar a un soldado violento, todo lo
contrario del númen cristiano, con el Pastor de Almas que fue el Nazareno. Aquel
Pastor que acudía a salvar su rebaño en vez de abandonarlo, o sacrificarlo sin
indulgencia.
Y así como han utilizado al rezo para
igualar al político fracasado con Jesús El Cristo, empleemos pues, el mismo
evangelio para desmontarlos, sabiendo que ni siquiera querrán buscar en una
Biblia lo que a continuación citaremos: Mateo 22:15-21 “Dad al César lo que es del César,
y a Dios lo que es de Dios”
Del César son los asuntos del Estado; de
Dios los asuntos de la iglesia y la
Fé, buenamente.
No andan juntos. No son compinches.
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