lunes, 24 de agosto de 2020

Sátiros y medusas.

 V05-t1 f3.jpg.JPG        Sátiros y medusas. 


     Alguna vez, hace muchos años, me deslumbró el Orlando de Virginia Wolf. Fenómeno. Fue libro inspirador del que nunca me alejo cuando escribo. No es que quisiera hacer lo que hizo Virginia Wolf, porque ella es inimitable, sino por la profundidad del canto a la humanidad que  describe con su personaje. He leído, y leo, literatura que unas veces encumbra al género masculino, y otras, al femenino. De la mitología, Atenas, a la que se le representa a veces como un fauno del bosque. También de la mitología, Perseo, condenado por amor. Ícaro me gusta mas, por el vuelo hacia el sol que, irremediablemente, le quemaría las alas: en eso todos los humanos nos parecemos. Empezando por quienes nacemos con el sino de ser escribidores, aunque no lo deseemos, porque escribir es un tormento, un morirse poco a poco, una carga de luz que proviene de las sombras. 

     De la América Latina poética claro que Neruda, para mi, siempre junto a Juana de Ibarbouru tan linda, tan mujer, tan íntima. El macho narrador de América del Sur es García Márquez, pero la hembra es Teresa de la Parra. ¡Ah!,  es que nadie recuerda a Teresa de la Parra, pero yo sí. No por Ifigenia ni Memorias de Mamá Blanca, sino por  Mamá X (así se llama el relato que la gran mayoría no ha leido). Teresa era linda con esa gracia de mujer de mundo, con esa dulzura de sus ojos verdes, con esa luz de caraqueña sentimental que amaba y se dejaba amar. No pregunten por quién ni a quiénes. Teresa es como Safo rediviva  en la montaña del Ávila tropical. 

     Y Andrés Eloy tan Lorquiano, y Elena Vera tan Flora Tristán. Elena me encantaba al hablar. Tenía cadencia profunda, orinoquense. Cuando leí de ella aquellos versos sensuales: " no me tiente con sus manjares exquisitos...", y pienso en los cuáles, y me doy cuenta de que está describiendo a un hombre apetitoso. Voy y le digo que he descubierto su modelo parnasiano y se ríe suavemente, con melancolía, y nos quedamos hablando y le escucho decir que es sobrina de Marcos Vargas, el de la Canaima galleguiana.  Luego la oigo  describiendo a Cd. Bolívar para hacerme respirar el  mediodía de su sala inmensa en el Casco Viejo de la cálida Angostura. Eso pudo haber ocurrido hace doscientos años, o treinta, o mismamente ayer...Elena es inmortal para mi. 

     No es lo mismo el Charles Bukowski, borrachín insolente, mercenario, camorrero, desgarrador,  que el genial mariquita Williams Borroughs. No es comparable el genio callejero de Edgard Allan Poe con la delicadeza viperina de Truman Capote, ni la precisión académica de Toni Morrison ante la sinceridad puerperal de Susan Sontag. Aunque todos habiten el mismo cielo de la creación: tu aquí, yo allá. 

     La literatura no tiene géneros. Ni mejor ni peor. Se puede decir que no hay buenos o malos escritores sino, como se sentencia en el teatro: hay actores que son actores y otros que no lo son. En concreto: escribes bien, o no escribes nada, puramente. Y no es que la literatura femenina, y tampoco que la masculina. Esas son nubes sin agua, a veces. Nubes pasajeras que cambian con el viento. La nube negra, copiosa, cargada de aguas que te cubren o te refrescan, que fertilizan la tierra o inundan el llano es literatura. Es la nube que se queda encima de ti y te amenaza o te esperanza. Que te alimenta o te abruma. Es la nube que oculta el sol para que lo busques mas allá de sus bordes. La literatura es la vida extraida de la muerte, y después es vida mas allá de la muerte, porque el libro queda, te habla, te recuerda que alguien alguna vez te pensó y dejó para ti sus primeras y últimas palabras. Ese, esa que te habla no es un hombre ni es una mujer.Quien te habla es alguien que deja de ser un género para ser nada mas que palabras, tropos, metáforas, dolor, placer. Que se queda contigo hasta la madrugada y despierta a la hora que tu, en silencio. Que te espera días, años, eternidades insondables para hablarte sin descanso, o callarse cuando tu cierras el libro. 

  ... En un solo cuerpo los dioses y las diosas de la creación y del exterminio. 


1 comentario:

  1. Bravo, Leo. Magnífica reflexión. Cómo decía el viejo Sócrates, dices bien, verdadera y bellamente.

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