
El Campo de los Campurusos
Mi Alma:
He llegado a dudar de que los atractivos de las metrópolis sean ciertos. No con la gente, que la gente en general es la misma en todas partes, sino con los modos. Entiéndeme, "los modos" que es como decir la estructura, el esqueleto del pensamiento citadino. Ellos, que viven en una conglomeración arquitectónica, que son gente muy pin-pan, que entienden de todo y nada ignoran, a veces me confunden. Pero es que, claro, yo soy del campo. Pertenezco a una región donde "los modos", están simplificados por el uso. Por el desgaste diario que les ocasionan sus usuarios al tener por pertenencia los mismos para todos. Nosotros somos de pensamiento uniforme, de gustos uniformes, de sabores en la cocina uniformes, y sabemos que el pan es pan y el ron es ron, ya que no bebemos vino, ni mucho menos, y que dios nos libre.
Ve tu si no es para confundirse uno.
Como tu bien sabes tengo la mala costumbre de perpetrar de vez en cuando unas letras que algunos bondadosos amigos míos dicen que se llama literatura. Y como soy un tipo más bien pendejo y simple, y como tampoco escribir pesa, sino que resulta un vicio relajante, pues, hasta me lo creo.
El asunto es que me han publicado unas vainitas en una revista de amigos, que si no llegan a creerlo allá ellos, para mi son ya íntimos aunque no los conozco del todo, ni nos hemos bebido ni una gota de miche juntos, pero los carajos me caen bien. En fin, que me publican la vaina y yo ando de lo más orondo porque ya pertenezco a la "élite" ( Pronuncia élit , que es lo fino y tal), de los escritores caraqueños. Pero, ahí viene el coñazo, me consigo con un carajo que se hace llamar "crítico literario" que me agarró mal parado en una estación del metro y me atacó con, digamoslo como suena, a navajazos. Reconozco que el tipo se sabe bien la cartilla porque habla del formalismo ruso, de Saussure, de Chomsky, De Margaret Mead, de Levy-Strauss, de Foucault, y de los venezolanos Uslar Pietri, González León, Barrera Tzyska ( ese no me parece muy venezolano, pero al parecer sí aunque tiene ese apellido extranísimo. Tal vez lo sea, porque el negro negrísimo de mi compadre, que es del monte como nosotros, se apellida Seaton Moore, y sin embargo es tipiquísimo guayanés. Quizás a este Barrera Tzyska le ocurra igual); y un buen puño de escritores más. El los menciona totalmente panas. Panísimas se llega a entender.
Dice que Chomsky lo tiene arrecho, que Uslar era oligarca aunque buena nota, que el Foucault hasta el día de su muerte fue reacionario, pero un vacilador cuando daba clases. Se entiende que el carajo es de alto calibre, en suma.
Me dijo:
¿ Y usted es el mismo Leoner, autor de una cosa que leí que usted llamó Guatarral?
Cuando el carajo dijo "cosa" en vez de texto, se me prendieron los semáforos. Este viene belicoso, pensé.
Sí- le dije haciéndome el guevón-.
¿Y le dieron un premio por eso? ( Dijo " eso", fíjate en la vaina).
Bueno- le busqué la vuelta-. Estábamos en navidad y el jurado era pana y sabían que yo estaba pelando bolas y decidieron ayudarme a mi y a mis chamos.
¡Aaaaaah, fue una componenda!...Eso lo explica todo, y muy bien. Okey- dijo, y me saludó como lo hacía Jhon Wayne cuando ya estaba a punto de caerle a coñazos al maluco de la película-.
A los pocos días leí en una revista la crítica del crítico.
Se propuso darme una clase de cómo tenía yo que escribir para que quedara "correcto", puso con todas sus letras. En lugar de extenderme al explicar el significado de un sí en cualquier parte, debí manejar la contradicción negativa y dialéctica del no; En vez de oponerme a describir lo obvio, me pateó asegurando que doy por sobreentendida la inteligencia del que lee, y que eso no es así. me dijo que las metáforas usadas por mi eran anacrónicas y desvinculadas del paisaje guayanés, que yo tomaba mal el café con leche, que roncaba al dormir, que era mala paga, que, en fin, soy una mierda. Todo eso nada más que por haberme ganado el premio con la vainita esa que ni siquiera yo le doy tanta importancia.
Y me volvió a encontrar en la parada del metro. Otra vez mal ubicado.
¡Ese, Leoner!- me saludó-.
¿Cómo está señor?- Le respondí, ya que en Guayana ¡Ese! no es una f´órmula de cortesía.
¿Entonces, Leoner, leíste mi crítica?
Le dije que no, venenosamente. Solo para fastidiarlo.
¿De qué se trata una crítica?- Le pregunté inflexionando el timbre de voz como hacemos allá, en el campo.
Bueno- se infló-. Interpretar de acuerdo a las reglas de la estética y lo formal el texto escrito.
¡Ahhhh!. Bueno, no la leí.
Deberías- me sentenció muy tíquiti-taqui-.
No leo críticas- le disparé-, porque allí donde usted dice que yo no fuí dialéctico, el autor que soy yo, lo hizo "porque no quiso ser dialéctico"; donde usted dice que no decribí lo obvio, el autor, que soy yo, había decidido no escribir eso precisamente; y donde dice usted que mis metáforas son anacrónicas, pues, el autor, que soy yo, decidió ser anacrónico. Y con la misma autoridad que usted señala que yo no debí, o sí debí escribir así, yo le digo, que usted debió a su vez escribir que yo soy el tipo más arrecho del mundo como autor, que soy el campeón mundial de la obviedad, y que mis metáforas son mejores y más actuales que la fibra óptica y la cibernética. O sea, su crítica, señor crítico, según mi opinión, está equivocada. Es decir, para mi que soy escritor, opinando de usted que no lo es, la conclusión es que usted no sabe nada de nada. Ahora, ¿le gustaría tomarse un café conmigo?
¿Tu crees que quiso?. No. Se fue dignamente por el lado contrario. Tan digno que me dio lástima haberlo vapuleado así. Ya no ha retornado a mis paradas. A veces lo veo, pero el tipo se hace el "guevara" y apura el paso.
A ese crítico no le gustó mi crítica. En cambio, a mi me pareció altamente sincera la suya. Solo que quise medir fuerzas ese día porque andaba con el indio alborotado y cualquier oponente me servía para pelear.
Por eso te digo que aquí en la ciudad no nos comprenden. Si eso hubiera ocurrido en la plaza central de nuestro pueblo, hubiéramos terminado bebiendo caña y hablando bolserías de todo el mundo. Es decir, criticando en forma y con todos sus pelos a los demás. Pero no. Aquí se lo toman en serio.
Otra vaina.
Como ahora ando en plan de vacaciones culturales me llego hasta El Ateneo, antiguo pateadero de cuando fuí artista. Tu me entiendes.
Allí converso con un aspirante a actor, que no se llega a imaginar que este tipo con cara de empresario que ahora soy, pudo haber algún día pararse en un escenario. Tampoco le digo mi nombre porque me habría reconocido de inmediato. El tema aparece sin llamarlo. El terciazo quiere hacer un personaje del otro mundo.
Edmundo Kean- le señalo-, un personaje que es un Bocatto di Cardenale.
No- me dijo-. Algo más arrecho que eso.
Pero, ¿has leído la obra?
¿Cuándo fue escrita?
No recuerdo. hace casi setenta años.
No- me dijo definitivo-. Demasiado vieja para mi.
Pero- insisto-, Es un personaje que le cuadraba a Brando, a Orson Welles, a Laurence Olivier, de los extranjeros. En Venezuela a Myerston, a Gustavo Rodríguez, a Fernando
Gómez, por decirte algunos.
No. Ellos son la prehistoria, definió al irse.
Es un actor sin personaje, concluí a mi vez. Un actor en busca de personaje, al revés de lo que afirmaba Pirandelo.
Ahí mismo encontré a su alter ego. El director. Joven, un tipo buena gente y pudoroso que anda bregándose un sitio. Me dijo que estaba buscando una obra que le gustara, que lo enfebreciera, que lo enloqueciera.
Edmundo Kean, le sugerí.
No- dijo mirando al horizonte-. Algo más arrecho.
Le sugiero El Sagrado Corazón de la Cochina, Historia de un Fantoche Lusitano, Los Puentes de Madison, de autores extranjeros. De Venezuela Sagrado y Obsceno, El Círculo, El Día que me quieras...
No. Algo mejor.
Entonces lo invito a conformar un grupo de investigación y lectura con jóvenes como él que busquen y encuentren lo que requieren. Le digo que hay un actor que se le parece por ser inconforme, insaciable,
¿ Quién es? ¿ Cómo se llama?
Germán.
¿Cuál Germán?
Un Germán cualquiera. Flaco. Blanco. Pelo muy negro. Cejas espesas.
¡Ahhh! ¿ Ese? Lo siento, ese no tiene talento para nada.
Coño, mi alma. Esta gente anda perdida. Es por la Vaina de " los modos". ya te lo dije. Encuentro a un crfítico que no aguanta la crítica. Un actor que quiere ser actor, pero considera que ninguna obra se merece su presunto talento, y a un director que no cree que los demás sean tan capaces como lo es él.
Se tienen una gran arrechera. No son gente de campo, como nosotros.
Allá en el campo nuestro para cultivar un conuco sabemos que se hace entre varios. Que mientras hay uno que afila los machetes, también hay otro que prepara las taparas de agua, uno más que recoge las breñas y unas cuantas mujeres que arruman los frutos. Somos gente sencilla. Nos entendemos.
Luego de esto todos los días sueño, una noche sí y otra no, que estoy contigo a punto de recoger el maíz, de raspar las mazorcas y de budarear unas cachapas. No se bien. Lo cierto es que esto de escribir y pertenecer a la cultura es altamente difícil. No tanto como tocar cuatro y cantar galerones, pero hay que fajarse.
Qué de vainas, mi alma.
Te quiero.
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