Al derecho y al revés
Mi Alma:
Como tu bien sabes, a mi los bancos me desestabilizan. Me enardecen y me convierten en un excéntrico que no es dado a compartir la lenta tortura de todos los sistemas bancarios de esta y otras naciones. Pero, me toca. Tengo que ir por lo menos dos veces, o hasta tres a la semana porque o bien debo cumplir con las obligaciones del haberme metido a trabajador independiente, o mejor, debo enviarle a usted los churupitos necesarios para la vituallita de usted y nuestros niños. Por esto tal vez la respete mucho más de lo que imagina. Usted, con su imponente bondad y buenamozura femenina se obliga a quedarse en un banco todo el tiempo necesario para que yo sea un poquito más felíz en esta etapa caraqueña de nuestra vida en común. Y me digo: he ahí la bondad de nuestro creador que pone en las manos de un pecador de mi laya a esa dulce señora que soporta las cola de los bancos sin siquiera abrir la boca como no sea para sonreír con dulzura al flaquito que la morbosea sin guarismos ni maquinita contadora de billetes que se lo impidan.
Y pienso que, por lo menos, el cajerito tiene algo de alma porque se conmueve con usted. No tanto como yo que la tengo siempre conmigo y que la amo, y que conozco de sus dulzuras a toda hora y en toda circunstancia, sino que la ve allí, con su carita de libanesa reencauchada, de turquita tropical, de muchachota buena que viene con paciencia de talabartera, de tejedora, a llevarle uno por uno, los recibos ( también les dicen vouchers), para que él, tajantemente, los meta en las cuentas del banco, y luego me torturen cuando voy, muy de pendejo, y creyendo tener algún derecho por ser cuentahabiente y coadyuvador de los viajes en avión cojonudo de los accionistas y dueños, a ejecutar una acción cualquiera en las barras de atención al cliente, que no son sino los preámbulos de una buena casa de loqueteros en desarrollo.
Ah, pero he comprendido que los demonios de la burla se hacen dueños de los bancos de manera..., tendría yo que parafrasear a una célebre cumbia de La Billos, pinchada por Pacho Galán: en Venezuela se baila el porro de una manera muy singular.
Cuando llego, luego de las consabidas viejas tetas de plástico muy a lo tercera edad e implacables, mucho después de los impedidos: esta mañana vino un viejito patuleco cundido de psoriasis a cobrar la pensión, después-despuesote de la carajota chévere que pasa de primera porque al cajerito se le salen las babas por ella; entonces entiendo que el rasero que imponen los imbunches es inapelable: en los bancos mandan los vigilantes. Entiéndeme que digo vigilantes y me refiero a unos negritos (¿por qué todos los vigilantes de los bancos son morenazos?), que lo saben todo: haga la cola aquí usted, y usted allá. Si va para atención al cliente, párese por aquí; cuentas corrientes tiene la serie quinientos; pase viejita, que a los de la tercera edad (la vieja es de como la centésima edad) se les da preferencia... ¿tienes un depósito?, Déjamelo aquí mijita, y viente más tarde.
...Y entonces pasan por la talanquera y se meten en la propia zona no-permitida y le busaquean a las y los cajeros las notas de crédito, los cheques de gerencia, los tickets de débito, y cuanta vainita haya por allí que precise una decisión de alta gerencia.
He comprendido el encalamucamiento bursátil y bancario: en Venezuela se baila el porro de una manera muy singular...un pasito para alante, y un pasito para atrás. Porque toda esa pinta de arrechera milenaria y de odio al cuenta-habiente es en realidad la cortina de humo conque los trabajadores bancarios disimulan que el máximo de ellos, y el más eficiente, es… El Vigilante.
El Vigilante negrito, a quien disfrazan con unos galones de almirante, y un uniforme de policía municipal. El Vigilante, que es un tipo lagañoso y con pinta de inquilino de Las Colonias Móviles de El Dorado. El Vigilante que es una especie de analfabeta diligente, es quien en verdad hace el trabajo en los bancos.
Si no, ¿cómo explicas que entreguen los números para atender a los usuarios? ¿Que sepan cómo se distribuye la serie en el ordenador electrónico? ¿Que le den órdenes a los y a las cajeras, y pasen derechitamente a darle instrucciones a él, o a la presunta gerent@?
El Vigilante es la clave, Mi Alma, en el manejo de los deberes bancarios. Estoy seguro, y me corto una bola (pensándolo bien, tu no estarás de acuerdo en que me corte un globito. Mejor me corto un mechón de pelo), si no es El Vigilante el que, en medio de un crucero por El Caribe, sea quien le rinda informes al mascalacahimba que, siendo dueño del banco, se ocupa de esos asuntos con quien realmente sabe cómo se maneja el cotarro.
Eso me reconforta, y me obliga a perdonar a los empleados. Los miro con desdén y les respondo cuando me preguntan alguna mariquera:
Ya va. Voy a hablar con El Vigilante.
Y santo remedio.
Tú no sabes cuánto bien me ha hecho el comprender la rutina bancaria. Hace días que no sufro un ataque de arrechera.
Es decir, me estoy civilizando. A veces hasta me siento Un Vigilante.
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