lunes, 12 de octubre de 2020

Real y maravilloso.

 Real y maravilloso.




  Real y Maravilloso ha sido el transcurrir de la literatura y sus universos imposibles de concebir por las mentes ordinarias, pero puestas en el tablero de los libros por tipos provistos de una inabarcable imaginación que conciben y describen seres fantásticos en situaciones de fábula
   ¿Qué otra cosa puede ser un libro, sino el catálogo en prosa de lo imposible? 
   Desde los primeros relatos, sean estos de la hagiografía o la mera crónica, nos encontramos esos seres increíbles. Una serpiente que habla es la primera criatura que se relata. No solamente hablaba sino que poseía el espíritu del engaño. Y a esa criatura nos acostumbramos sin preguntarnos cómo es que podía esa serpiente hablar el mismo lenguaje del Todopoderoso que era, sin duda, también el lenguaje de sus creaturas. Prodigio mayor que ese no ha de haber nunca mas. 
   También las potestades babilónicas son extraordinarias: deidades con cabeza de león, cuerpo de ave y en vez de garras, manos humanas. Se les corona con cuernos y se les termina el cuerpo en una cola puntiaguda que es como una flecha afilada. Así mismo, seres divinos con faz de halcones, o cobras de cuellos coloreados en lapislázuli, o sea, de azul añil, círculos de oro y ojos de esmeraldas. 
   ¿Y qué me dices del mundo griego? 
   Cíclopes ( esos tan aterradores porque son engendros gigantescos que poseen un solo ojo, casi ciego, pero singular capacidad de oler criaturas humanas de las que, al devorarlas, prefieren las vísceras oscuras y la sangre caliente. Lo demás, desechable y comida fresca para otras fieras). Neptuno, que es un gran tritón a veces presentado como hombre pero, en realidad, un pez monstruoso. El inframundo tiene a Hades, espanto de forma humana que se presenta entre un torbellino de negra nube. Pero el mas fabuloso de todos es el dios supremo que cambia de forma para, sobre todo, violar mujeres que se consuelan de haber sido forzadas a fornicar porque tendrán un hijo de ese dios multiforme. Aunque ese hijo no les garantice paz ni tranquilidad. 
   Los romanos prefiguran su propio mundo de monstruos cotidianos. Juno, que es implacable. Unas veces jovencita adorable, en otras leona feroz que desgarra músculos y vidas en sus arrebatos de furia. Ninguno de esos seres fabulosos están sujetos a ley alguna...¿ Y cómo? Son parte del bestiario creados por la imaginación del hombre.  
     Por los lados del Nuevo Mundo se erigen las bestias fabulosas, incorporadas a la cotidianidad y por ello, familiares a toda la cultura que abarca el norte, el centro y el sur de América. Tomahawk, el del norte es un dios que aparece en su forma de halcón, o como una cargada nube de presentimientos oscuros y por ello temida hasta donde no se puede por aquellos seres humanos de hace siglos. Entre los aztecas el dios pájaro al que llamaron Quetzacoalt ( serpiente emplumada) quien, al contrario de sus feligreses no era caníbal, ni gustaba de sacrificios humanos. Era un ser increado que desapareció un día cualquiera prometiendo volver, pero no lo hizo. Su arcano aseguraba que los españoles montados en un caballo, acorazados de hierro y provistos de arcabuces mortales eran la transfiguración del dios. En el sur, dioses acuáticos como Amalivacá, que revolvía los cauces y se presentaba como hombre a comer con los ribereños el pescado frito y los ocumos silvestres. Luego les avisaba la abundancia o escasez de las cosechas de maíz y les advertía sobre los aguaceros o la sequía.   Los Epowonomas ( que son mis preferidos) de las orillas del Orinoco, inasibles criaturas que, en vez de sobre el cuello, llevan la cabeza en el pecho. Y las sirenas de agua dulce, que no son las mismas hechiceras en La Ilíada que cantan con voz de diosas pero al caer en el mar, adormecido el marinero por la melodía ensoñadora, es devorado por sus puntiagudos dientes en dos hileras que les desgarran las carnes y las comen mientras se sumergen en el profundo cañón marítimo. Las del Orinoco, no. Dicen los navegantes que eran hermosas y sensuales. De redondos senos y curvas firmes hasta el ombligo. De ahi en adelante, solo eran peces amables, que no podían hablar, ni cantar. 
     Estas criaturas las produce el hombre en sus libros. 
     Y como leo a unos escritores jóvenes rechazando el "boom" latinoamericano, y con ello a Cortázar, a Vargas Llosa, al venezolano González león, a García Márquez afirmando, o contradiciendo al afirmar que la nuestra es una literatura fantástica, que nada hay como la europea que es racionalista, equilibrada, lógica...voy y me tomo un café y les respondo desde lejos: si, "cómo nié". El racional Quijote de la Mancha, los muy equilibrados Gargantúa y Pantagruel y el lógico Hamlet que ve de continuo el fantasma de su padre que lo induce a matar a los transgresores del lecho nupcial, o sea su madre, la reina y Claudio, el tío adúltero devenido en monarca filicida.
     El mundo está creado por el hombre que cuenta, relata su entorno y escribe lo que la imaginación le dicta. Todo lo demás, son los  hijos no reconocidos de la literatura.  

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