martes, 27 de mayo de 2014















A RAJATABLA.

Neoanarquismo
Impedimento al ejercicio autoritario del poder.
Tomado del libro con el mismo título de la Dra. Elisa Escovar León

Escrito por Leoner Ramos Giménez.
Exclusivo para El Fortin de Guayana.

Los mencheviques retrocedieron ante el empuje de los bolcheviques. Mijail Bakunin, un filósofo neto que era el único capaz de formular un pensamiento formal para la creación de un nuevo estado en Rusia, fue relegado digamos que a empellones, porque ponía el ciudadano como único motor del gobierno, en contra de la llamada “dictadura del proletariado” que finalmente fue la tesis que sobrevivió de entre las disputas surgidas en medio de los líderes principales de la Revolución Rusa. Es lógico que cimentaran revoluciones por esos días ya que el Industrialismo, el capital y las empresas, ahora movidas por la máquina de Fulton habían excavado un profundo abismo en el decimonónico sistema feudal y la naciente sociedad mercantil a la cual el remanente aristocrático, casi todo endeudado con los bancos de la clase burguesa, tuvieron que entregar el control social.
La Burguesía misma propiciaba la revolución rusa, así como impulsó la revolución norteamericana. Pero, se sabe, la propaganda soviética posterior a la extirpación de los zares nunca convino en aceptar que eran  hijos directos de la ideología burguesa. Tampoco aceptaron que la burguesía había sido la gran máquina transformadora de la sociedad a partir del siglo XVIII. La mixtificaron con argumentos extremadamente elaborados y retóricos que, finalmente, convirtieron un hecho evidentemente claro en otro entreverado e incomprensible. Uno de esos  asuntos grises de la historia europea que, por extensión alcanzó por entero el cuerpo social de América latina.
La anarquía fue, realmente, el movimiento que se embalaba para imponerse porque, naturalmente, se acercaba muchísimo a las formulas educativas de J.J. Rosseau; la tesis libertaria  de John Locke y la campaña antimonárquica de Oliver Cromwell, tres “nombrecitos” poco citados por algunos intelectuales de la izquierda venezolanos porque, ay manito, se les cae la careta con la que se han disfrazado de reivindicadores de la clase marginal, si es que esa definición sociopolítica existe realmente.
Incluso, el magnificado maestro Simón Rodríguez es un discípulo directo y a distancia de Juan Jacobo Rosseau. Esa frase, o inventamos o erramos con la que han inundado miles de panfletos antieuropeos, no es sino la primera de las cuestiones (questions)  derivadas del método científico, propios de Newton o Lavoisier, cuya base experimental se basa en el ensayo y error, única manera de encontrar la conclusión adecuada para una hipótesis que planteare el problema.
Hasta ahora hemos caminado de la mano europea, en tanto y en cuanto causas para la instalación y/o transformación del estado que se deriva de los antiguos sistemas feudales y evoluciona hacia los estados modernos, asentados sobre las relaciones de Capital – empresa; empresarios – obreros.
Sin embargo de ello, las revoluciones para tomar el control del estado y de sus empresas, las empresas de capital privado, de las ciudades y los ciudadanos, han sido una venenosa constante en los siglos XIX y XX. En el XXI nada queda de ellas. Y si algo queda, solo se pueden llamar neodictaduras o formas modernas del totalitarismo.
Acudimos, el jueves 22 de mayo, al bautizo del extraordinario trabajo doctoral de Elisa Escovar León, publicado por bid&co.editor  Neoanarquismo (Impedimento al ejercicio autoritario del poder) una obra de 412 páginas cuyo desperdicio es ninguno porque está llena de un acucioso trabajo de investigación el cual, para satisfacción de su autora alguien dijo que era, afortunadamente, el primer trabajo hecho para entender la realidad latinoamericana con los ojos de un latinoamericano (sin la odiosa distinción de género artificiada por  los gramáticos a juro).
No soy especialista de esa materia, pero, les garantizo que tampoco yo había leído un trabajo realizado por una venezolana (apliquemos la distinción de género, pues) que alcanzara componer una teoría aplicable perfectamente a la geopolítica latina. En la tertulia, generada luego de la disertación con que la misma autora presentó su libro, señalaba ella, ante una pregunta de quien escribe, que utilizó los diferentes movimientos anárquicos de Sudamérica para sustentar su teoría. Podemos resumirla, no sin cierta economía de conceptos en lo que dice su autora en las páginas 139-140 de la obra que enunciamos en el encabezado: el neoanarquismo busca (…) ganar mas amplios espacios de autonomía frente al Estado. El neoanarquismo niega al Estado, sin embargo, reconoce una autoridad natural, basada en el saber y en la capacidad del individuo (…) promueve nuevas formas de organización.
Si usted quiere retroalimentarse navegando en teorías políticas para la formación del estado, está en pleno derecho.
Navegará entonces en las teorías teocráticas o teología política, el sindicalismo, el agrarismo y más, pero, en general, lo que plantea Elisa Escovar León desenvuelve con sabiduría los atuendos de la personalidad latinoamericana cuyas prendas han sido el militarismo, el caudillaje y el populismo.

En 1979 se publicó el libro de Jacques Duclos “Bakunin y Marx, Sombra y Luz”. En el se afirma que “A la fase antiautoritaria del socialismo (Bakunin) ha sucedido el socialismo autoritario (Lenin). Nadie, en efecto, habría sido más resueltamente antifascista que Bakunin”.

Allí está. Nacido en Francia ese apotegma, viene a ser por la mano sabia de Elisa Escovar que se le encuentra sentido propio, y mucho,  en nuestras sufridas tierras venezolanas. Por cierto el axioma de Duclós resuelve definitivamente quién o quiénes son los fascistas que nos asolan ahora mismo.


Por mi parte, yo acompaño a Mijail Bakunin, anarquista a todo trapo, la luz. Lo prefiero ante el socialismo autoritario que ha sido y es, en todo el mundo, solo sombras.

 

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